II SEMANA DE ADVIENTO (Ciclo A) 2010
MONICIONES DE LA SEMANA...
II Domingo de adviento
Una nueva sociedad donde el único privilegio posible es el ser servidor.
Cuando los seres humanos regresan de estar en una nueva sociedad, ellos hablan ciertamente de un mundo donde se vive la justicia y la paz, pero soñando permanecer en realidad centrados sobre ellos mismos. El mundo perfecto es finalmente aquel que les asegurará su poder y les hará invulnerables.
A través de la liturgia de este día aparece la distancia que separa el Reino de Dios un mundo de aquel que deciden espontáneamente los hombres. El poder del Mesías es el servicio. La primera cualidad de sus discípulos es la capacidad de acoger. Ella supone una conversión radical, principalmente de aquellos representantes de Dios, que no hacen en realidad más que traicionar su voluntad subordinándola a su amor propio.
Primera Lectura (Is 11,1-10 )
Para salvar a su pueblo de daños exteriores, el rey Ajaz realiza una política totalmente humana que no se embarga de escrúpulos. Isaías la denuncia. El torna su vista hacia la llegada y anuncio de aquel que será el auténtico descendiente de David, el gran rey fiel a Dios. El Mesías estará lleno del Espíritu del Señor. Es porque él engendrará la verdadera paz. Llegará la Ciudad ideal, llena del conocimiento de Dios, Jerusalén llegará a ser guía de la humanidad.
Salmo 71
Israel aspira a la venida del rey tan esperado que traerá la justicia, la paz, la prosperidad, librará a los pequeños y pobres. En él serán bendecidas todas las razas de la tierra.
Segunda Lectura (Rm 15,4-9)
Es a través de la historia de su pueblo que Pablo reconoce la llamada de Dios a vivir según el amor misericordioso. Que los cristianos respondan a este llamado, acogiéndose los unos a los otros, como Dios les acoge, es como ellos vivirán cerca de Él.
Evangelio (Mt 3,1-12)
¡No es posible pertenecer a esta sociedad nueva, que es el Reino de los Cielos, si no se acepta la conversión propia! Aquellos que creen tener un derecho particular sobre el Reino, a causa de sus orígenes raciales [de cultura, de capacidades], chocan fuertemente. Aquellos que quieran entrar deben aceptar una renovación radical, un bautismo de agua y de Espíritu. Tal es el mensaje de Juan Bautista, heredero de la espiritualidad del desierto que da nacimiento al pueblo de Israel.
Lunes
Es necesario celebrar con “verdadera fe” el Nacimiento del Señor: si éste faltase, todo se derrumbaría a una fiesta exterior, privada de valor y de gracia. Sólo la fe nos hace ver en el Nacimiento la aparición del Hijo de Dios, redentor del mundo.
Primera lectura (Is 35,1-10)
Todo cambia por intervención del Señor, que libera a su pueblo de la esclavitud y lo condice por un nuevo éxodo. No nos debemos dejar perder: Dios viene a salvarnos. En el tiempo del Mesías, cuando nace Jesús sobretodo se cumple el anuncio de Isaías.
Evangelio (Lc 5,17-26)
Jesús perdona los pecados: es signo de que Él es Dios, y el milagro sobre el paralítico lo confirma. Cada vez que seamos absueltos del pecado –parálisis del alma– se renueva aquel prodigio. El perdón del pecado es el grande motivo de la alabanza al Señor.
Martes
El Nacimiento de Jesús es el “gozo anunciado”, el Evangelio que infunde exaltación, regocijo. Pero para recibir este anuncio, para experimentar esta alegría, es necesario un corazón fiel, abierto a la palabra de Dios y a su don.
Primera lectura (Is 40,1-10)
La esclavitud tiene fin: por esto se debe alegrar el pueblo exiliado, llamado para emprender el camino de regreso. Pero el retorno verdadero, al cual se refiere la palabra de Isaías, es aquel del corazón, liberado de la culpa. Y el rebaño que se reunirá es aquel que lo hace entorno a Cristo pastor.
Evangelio (Mt 18,12-14)
Jesús es el pastor que busca y reconduce al hombre perdido. Seamos objeto de la ternura de Dios, pero necesitamos ser “pequeños”, humildes, para dejarnos reencontrar.
Miércoles 8 de diciembre
(INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA) Solemnidad
De finales del primer siglo la Iglesia había formulado en una oración “Santa María, Madre de Dios” la esencia de su fe en torno a la Madre de Jesús, expresada solemnemente en el concilio de Éfeso en el año 431. San Ireneo había anunciado antes la Inmaculada Concepción de la Virgen María cuando la saludaba con el título de “nueva Eva”. Así en el siglo XV la Iglesia la ha declarado solemne y formalmente, según el dogma de Pío IX (1854)
Primera lectura (Gn 3,9-15.20)
Escuchemos de la enemistad radical de la serpiente, símbolo del mal, y la mujer con su descendencia. Dios promete así la salvación para una humanidad pecadora.
Segunda lectura (Ef 1,3-6.11-12)
Desde la eternidad Dios nos ha predestinado a ser sus hijos, a imagen y por obra de su Hijo Jesucristo; es decir, que nos ha escogido para ser santos y herederos del reino con Él. No es por nuestro mérito, sino por pura gracia.
Evangelio (Lc 1,26-38)
Desde siempre María ha sido inmensamente amada por Dios, por ello es llamada “llena de gracia”. Con el anuncio del ángel, ella no se intimida, sino que escucha el plan divino y se confía en la potencia de Dios por la fuerza del Espíritu Santo.
Jueves
El Nacimiento de Cristo viene a nosotros en la medida de nuestra fe. Por esto pidamos a Dios despertarla en nuestro corazón. Una fe auténtica se manifiesta en el servicio a Dios con la santidad de vida.
Primera lectura (Is 41,13-20)
Israel es una “gusanito”, una “larva”: a pesar de todo no debe temer. Dios le asegura: “Yo vengo en tu ayuda”. Él no abandona a los pobres, cuando se confían a Él. Es liberador y providente. Lo sabe quien cree de verdad.
Evangelio (Mt 11,11-15)
Antes de la venida del Reino de los Cielos, Juan Bautista es el más grande de todos. Después de que el Reino aparece en Jesús, la grandeza es medida en relación a Él. Pero es preciso el coraje para reconocerlo y adherírsele.
Viernes
Debemos ir al encuentro de Jesús, “con las lámparas encendidas”. Es preciso pues, caminar espiritualmente, es decir, crecer en santidad, teniendo acceso a la luz de una fe vigilante, que espera al Señor.
Primera lectura (Is 48,17-19)
Nuestra desdicha verdaderamente grave depende sólo de nuestra infidelidad al Señor, del hecho de haber abandonado el camino que Dios nos ha indicado.
Evangelio (Mt 11,16-19)
Es posible cerrar los ojos sobre las obras de dios, y en particular sobre Jesucristo, la Sabiduría encarnada. Esto sucede por nuestra pueril inconsistencia y contradicción que no sabe reconocerlo.
Sábado
Regresa en Adviento la oración de la Iglesia: el Nacimiento vende las tinieblas del mal y nos restituye como hijos de la luz en el mundo. Esto es un don de gracia, y es juntamente empeño nuestro, serio y asiduo.
Primera lectura (Eclo 48,1-4.9-11)
Elías es similar al fuego: su palabra es quemante. Nosotros la volvemos a escuchar en Adviento, sobre todo en la voz ruda y exigente del nuevo Elías, Juan el Bautista. Esta palabra nos hace vivir, pero a condición de acogerla.
Evangelio (Mt 17,10-13)
Juan Bautista es el nuevo Elías, pero Jesús constata con amargura que no es escuchado, sino contradicho. Él ha anticipado de esta manera, la suerte de Jesús mismo, destinado a sufrir.
BIBLIOGRAFÍA: · Para los comentarios del domingo: Cf. BAGOT, Jean-Pierre, Le Missel Emmaüs des dimanches, Desclée de Brouwer (Francia, 1979). · Para los comentarios del lunes al sábado: Cf. Messale di ogni giorno, Edizioni Piemme (Italia, 2001). |