Moniciones diarias III Semana de Adviento (ciclo A)

III SEMANA DE ADVIENTO (Ciclo A) 2007

Domingo

En la nueva sociedad, el primer lugar será dado a los humildes.

En las sociedades secretas por los hombres, los primeros lugares son siempre para aquellos que disponen de dinero, de poder, de información. En la sociedad divina que esperamos, los primeros lugares son para aquellos que tienen su corazón abierto a todos, porque ellos son humildes. Ellos son los más recordados.

Pues bien, la Navidad nos traerá un mensaje de paz y de alegría. Que esta fiesta nos haga disponibles para la venida definitiva de Jesús, y nos introduzca en una actitud de humildad y de disponibilidad que nos dejará encontrar un lugar en el Reino.

Primera Lectura (Is 35,1-6.10)
La multitud de gente desamparada, agobiada se ponga en camino hacia Dios que viene a salvarlos. Toda esta cohorte renovará el Éxodo del pueblo hebreo; la vida se afirmará en plenitud. Este es el mensaje de Isaías, en una época donde los Asirios llevaban al cautiverio a los habitantes del Reino de Israel (norte) y arrasaban con el Reino del Judá (sur).

Salmo 145
Contrario a los grandes de la tierra, Dios es un apoyo sólido en el que podemos contar a todos los pequeños de este mundo. El restablece el orden perfecto en un universo torcido.

Segunda Lectura (Sant 5,7-10)

En su carta, Santiago llama con fuerza, que la Iglesia, los iqueños y los pobres no son menos que los ricos. Exhorta a una paciencia confiada, semejante a la de un segador. El mundo nuevo viene con seguridad. Aquel día la verdadera justicia será reintegrada.

Evangelio (Mt 11,2-11)
Conciente de su muerte próxima, el profeta Juan Bautista se interroga con angustia: ¿Jesús es el Mesías que el había creído reconocer?, ¿no será un engaño? Pero el Señor le asegura con énfasis afirmando con la autenticidad del Reino, aquel que fortalece a los agobiados. Aquel que se abre a la Buena Nueva posee una plenitud, que Juan, el gran profeta, no alcanzó aún.

Lunes 17 dic

Jesucristo es el Hijo de Dios, que con su nacimiento entre nosotros, no hace hijos y crea nuestra fraternidad con él y entre nosotros. Este es el advenimiento que nos preparamos a celebrar en la Navidad, y que debemos ya vivir cada día.

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